La ansiedad del constante aprendizaje
Para serles honestos, siento que estoy un poco mal parado.
Para serles honestos, siento que estoy un poco mal parado.
Yo no estudié Ingeniería de Software, ni Ingeniería de Sistemas, ni nada que ver con computación. Estudié Ingeniería Mecatrónica, y claro, ahí aprendí a programar. Un poco de C++ por aquí, un poco de Python por allá, y a veces, si tenías mala suerte, te tocaba luchar con Assembly. Programar Arduinos, Raspberry Pis, y microcontroladores; en fin, muchas cosas de hardware. Era divertido, pero es muy diferente a mi realidad de hoy en día que me encuentro metido en la web.
Tal vez los perdí con el párrafo anterior, pero el punto es que en la universidad no aprendí nada de lo que hago ahora ni lo que me tocará hacer después. Muchos pensarán que cuando sabes programar una cosa puedes programarlo todo, pero eso es como creer que un niño puede hablar cualquier idioma del mundo solo porque ya aprendió a hablar.
Este es un mundo inmenso, y la cantidad de temas de los que desconozco es exorbitante. Cosas que debería saber, cosas que deberé saber. He tenido rachas donde me ha ido bien y honestamente creo que soy más capaz de lo que soy, sufriendo fuertemente del efecto Dunning-Kruger (uno de mis sesgos cognitivos favoritos). Por suerte la vida me ha dado la oportunidad de recalibrarme para reconocer nuevamente la posición en la que me encuentro.
No solo tengo que trabajar duro para competir al nivel en el que estoy, tengo que trabajar el doble para poder compensar todos los años de aprendizaje que nunca tuve. Creo que si alguno de ustedes está trabajando en un área muy diferente a la que estudio, me entenderá cuando pasan esos momentos donde sientes que implícitamente te están diciendo ya deberías saber esto.
La disciplina que debo tener para mantenerme creciendo a veces me supera. Quisiera decir que dedico horas diarias a estudiar fuertemente, pero no lo hago. Luego de trabajar, lo que menos quiero ver en mi pantalla es código, y prefiero ponerme a ver The Office y darle un descanso a mi cerebro por el resto del día.
Para colmo, constantemente tengo voces dentro de mí, haciéndome dudar. ¿De verdad creo que puedo llegar al nivel al que quiero llegar? ¿Realmente soy tan inteligente como creo que soy? ¿Como los demás creen que soy? ¿Acaso soy lo suficientemente capaz?
Y es muy difícil ignorarlas, porque las voces son bien altas.
Pero tengo que hacerlo. Tengo que seguir adelante. El deseo que tengo por lograr mis sueños supera todos los deseos que tengo de quedarme cómodo donde estoy. Me asusta más lo que me pasaría si dejo de crecer que la incertidumbre de lo que pueda suceder en el futuro. Aun cuando siento ansiedad por miles de cosas que no puedo controlar, lo que sí puedo manejar me da seguridad y confianza. Me hace sentir capaz de afrontar los retos que me deparan.
Hay que darnos tiempo de reconocer nuestros logros. Les doy gracias a las personas en mi vida que me ayudan con esto, porque hay veces donde yo solo puedo ver lo que no tengo o lo que me hace falta. Cada logro que obtengo viene acompañado de fortaleza para momentáneamente callar a las voces que tengo en mi cabeza.
Y cuando vuelven a hablar, ya no son tan altas. No sé si algún día pueda callarlas completamente. Probablemente no. Pero es un paso más a poner en orden la cacofonía que tengo en mi cabeza.