Hoy cumplo 31 años.
Mi cumpleaños no suele ser una fecha feliz para mí. Pocas veces siento que las cosas andan bien para esta época del año, y la expectativa de que debo estar “feliz” hace que la balanza caiga hacia el otro lado, el de tristeza/melancolía/como quieran decirle. Malditas expectativas.
Estos últimos días me he sentido… débil. Débil físicamente. Débil mentalmente. Débil espiritualmente. Siento que no tengo la resistencia emocional que estaba teniendo estos últimos meses. Como que algo en mi cerebro se apagó y dijo “hey, ya”.
He estado luchando con un proyecto donde no sé si debería estar poniendo mi tiempo, luchando con fallar un compromiso. Luchando con ser un buen profesional. Sé que si tuviera más resistencia, podría salir adelante. Pero me siento débil.
Hoy fui al gimnasio—como estoy haciendo regularmente, uno de mis pequeños logros—e intenté hacer la rutina que me puso mi entrenador, y me fue tan difícil. Mis piernas no daban, mi corazón se salía de mi pecho y mi respiración se escapó de mis manos y apenas podía respirar. Yo esperaba poder dar más hoy, ya que el miércoles tampoco tuve un excelente día… pero no fue así. Intenté lo que pude, pero sentí que fue suficiente.
¿Doy lo más que puedo? Sí, yo creo que sí. Yo intento dar hasta que no rinda más, pero necesito tiempo porque me canso tanto. Y pienso “qué débil soy”.
Con mis piernas temblorosas que apenas podían con mi cuerpo, tomé el ascensor para bajar al piso donde estaba mi carro. Ahí me topé con una señora, que honestamente no recuerdo haber visto antes. Cuando voy al gimnasio, no me fijo en nadie, en uno de mis intentos de superar mi ansiedad.
“Se están notando los resultados” dijo.
Yo me quedé sorprendido. ¿Me estaba hablando a mí? Todavía estaba intentando recuperar mi respiración del ejercicio de hoy.
“Yo recuerdo cuando comenzaste a venir, y se nota el cambio”.
No sabía qué decir. Solo me salió decirle un tímido “gracias”, y llegamos a mi piso. Casi se me pasa porque no me podía concentrar, entre el cansancio y las palabras que me acababan de decir.
Le deseé un buen día y me desmonté.
A mí me confunden mucho. Me llaman por otros nombres, me preguntan si soy hermano de Pedro, José o Manuel. Suelo decir que tengo muchos clones por ahí.
Así que no sé si ella se estaba refiriendo a mí, o a otra persona más. Y honestamente, no me importa.
Porque me hizo el día.
Hay fuerza en ser reconocidos. En que alguien te diga “te veo” mientras estás trabajando calladamente. Aun cuando me sentía débil hoy, que alguien me reconociera y me dijera que está viendo progreso—en especial cuando yo mismo no lo reconozco—tuvo tanto peso.
Tal vez me siento débil hoy, pero soy más fuerte que nunca antes.
Tomaré eso como un aprendizaje. Quiero ver a aquellos que están a mi alrededor, y quiero observarlos mejor. Estar más atento. Darles palabras de aliento aun cuando no me las pidan. Decirles que los veo, que veo el esfuerzo que están haciendo, y que lo que hacen, vale la pena.
Qué hermoso mensaje hijo. A veces somos muy críticos con uno mismo y eso no te permite ver tu progreso. Sigue adelante. Ni un paso atrás ni para coger impulso. Creo en ti!! TQM